sábado, 6 de enero de 2018

Un lugar sagrado

Haz de tu vida un lugar sagrado, un lugar donde observes tus propias acciones, los momentos maravillosos y los tumultuosos, aquellos que escaparán de tus manos y cuyas consecuencias serán diferentes a las que imaginaste. Hacer tu mundo sagrado es observarte con fascinación, amar al niño que una vez fuiste, amar la persona en la que te has convertido.
Picture by Josh Bulriss
Un lugar sagrado no es un sitio de perfecciones, es un sitio de aceptaciones, de mirar como ese mundo se desarrolla frente a ti mientras te dejas llevar por la marea que lo cambia todo. Ser el creador de tu mundo sagrado es observarlo de cerca, prestar atención a los detalles, aceptar incluso los momentos de desolación que parecen ahogarte.
Haz de tu mundo un lugar sagrado. En los momentos de imposible dolor, en los que te sientes aplastado por las frustraciones u olvidado por las personas que amas, mira al cielo, no estás solo. Hacer sagrados estos momentos es honrarte a ti mismos, es escucharlos y darles una voz; deja que te hablen, deja que se vayan. Acepta las desolaciones, el dolor profundo en tu pecho, pídele ayuda a la tierra que siempre estará allí para sostenerte.
Haz sagrado al cuerpo que cubre tu espíritu, al cuerpo que recibe el calor del sol y que respira con la madre tierra; observa el pálpito en tu pecho, la expansión de tus pulmones, la oportunidad que trae un nuevo día, porque un día es una página esperando momentos sagrados para llenar los espacios en blanco.
No podemos responder por el mundo, por los actos que nos hacen sufrir y que escapan de nuestras manos, pero en cambio podemos hacer de nuestras propias vidas un lugar sagrado, en el que podamos observar lo que hace feliz a nuestros corazones, donde estemos agradecidos por la tierra bajo nuestros pies y por la calidez del sol sobre nuestros rostros.
Honra a tu vida con tus agradecimientos y tristezas. Haz de tu mundo un lugar sagrado.

sábado, 14 de octubre de 2017

Mantener el enfoque

Mantener el enfoque es quizás una de las tareas más difíciles y más reconfortantes al mismo tiempo, pero ¿cuántas veces nos distraemos o dejamos pasar ciertas oportunidades? Incontables veces, les aseguro.
La vida nos ofrece tantos caminos y posibilidades que la parálisis, en ciertos momentos, es la respuesta que consideramos más apropiada para no tener que actuar y, lógicamente, errar.
Sin embargo, el mundo está regido por el ensayo y error, y eventualmente por la posibilidad de triunfo. Porque en definitiva, sin el error no hay resultados y mantenernos en línea con lo que queremos es fundamental. Pero, ¿qué pasa entonces con las distracciones?, esos pequeños momentos que llenan nuestros días de, mejor no voy o no hablo, qué tal si lo dejo para mañana, quizás a nadie le importa, etc. Nos dejamos rodear de esos pequeños que se acumulan en nuestras puertas y no nos dejan pasar.
Otras veces, en cambio, preferimos no pensar y alimentar nuestro tiempo con cosas lejanas a nuestra lista de prioridades. No obstante, cuando nos alimentamos del no pensar, las idean nuevas, esas que lo cambian todo, se aburren de llamar a la puerta y se van.
Algunos métodos
Mantener el enfoque es un asunto de práctica, el actuar en las metas más pequeñas nos ayudará a tener una sensación de realización que nos dará la base para movernos a la siguiente fase. Confianza en nosotros mismos es, muchas veces, el ingrediente principal.
El establecer objetivos concisos es también otro método de enfoque, una forma de organizar nuestro tiempo para seguir una especie de esquema diario, semanal o mensual; un esquema que te lleve cada vez más cerca de lo que te propones en la vida, puede ser una excelente idea.
Si intentamos saltarnos los pasos, la caída puede que sea muy dolorosa y que cause el efecto contrario, es decir, huir para no volver a intentarlo. Por algo cuando niños empezamos con los pasos más pequeños.
Las distracciones siempre van a estar allí, ellas nunca van a desaparecer y se irán acumulando en nuestras puertas. Usémoslas en cambio como peldaños, como métodos para darnos cuenta qué estamos poniendo de lado. Sólo te digo que tengas paciencia, si te lo propones encontrarás la forma de mantener el huidizo enfoque a la mano.

sábado, 22 de julio de 2017

¿Híbridos de derecha e izquierda?

¿Quién dice de derecha? ¿Quién dice de izquierda? Cómo esperamos ser una sociedad equilibrada si desde la cuna nos enseñan lo que es nuestro y lo que es de los demás, lo que somos y lo que no. ¿Se podría ser entonces un híbrido?
Durante mi adolescencia y mis años de colegio, pensé firmemente era de izquierda, pensaba que porque mis ideales estaban dirigidos para ayudar al más necesitado y al que imploraba por apoyo, tenía que serlo, ¿verdad? Sin embargo, durante mis años de universidad, el discurso político en mi país me llevó a pensar que era de derecha, que por que no estaba de acuerdo con dicho discurso y el énfasis en la separación que incitaba era yo, definitivamente, de derecha. Tenía que serlo, ¿verdad?


La delgada línea entre conceptos
El día de hoy, leyendo uno de tantos mensajes que cruzan por las redes sociales, un pensamiento cruzó por mi mente como un rayo en una noche oscura, una ráfaga iluminando ideas que hasta entonces no había visto. ¿Por qué tenemos que elegir?, ¿por qué si estoy de acuerdo con ciertos pensamientos políticos tengo que ser de un bando? ¿Quién puso como condición que así debe ser? La respuesta es, como siempre: nosotros escribimos las reglas. Estas reglas no están allí por la existencia misma, no por la energía o lo que creemos mueve el universo, por lo tanto, nosotros mismos podemos cambiarlas.
Siempre he estado y siempre estaré de acuerdo con los proyectos sociales, pero con proyectos que beneficien a toda la sociedad, no a una sola parte, sin importar sean ricos o pobres. Siempre estaré de acuerdo con la igualdad de pensamiento, con la construcción de una mejor infraestructura y sistema financiero, pero con sistemas que en verdad funcionen. Pero jamás estaré de acuerdo con el exceso de poder ni con el ánimo de acallar para poder dominar, no importa que tan buena se crea es la causa que se persigue.
¿Qué soy entonces?, ¿un híbrido?, si es así, ¿cuál es el problema?



Sembrando posibilidades
Esa epifanía de la que hablaba antes no es sólo el hecho de pensar que se puede ser de ambas partes, la epifanía consiste en cómo conseguirlo. Siempre me lo pregunté, ¿cómo lograr ser de ambas partes?, ¿cómo lograr que la sociedad no se mate intentando averiguar de qué lado están? Porque unos piensan que si se les da todo a los otros, estos últimos van a aprovecharse y a no hacer nada, y otros piensan que lo merecen todo sin mover un solo dedo. Suele ser bastante difícil tener dos pensamientos tan diferentes en la sociedad, pero lo es mucho más tener ese dilema en una misma cabeza. Pero creo que la respuesta yace en una sola solución: La educación.
Supongamos que como sociedad nos cansamos de tantas luchas y diferencias de clases, pero igual nos cuesta decidirnos. ¿Lo más correcto no sería comenzar por moldear la educación de nuestros hijos? Y OJO, no me refiero a un lavado de cerebro, todo lo contrario, me refiero a desarrollar mentes libres, que puedan pensar por sí mismas, pero por sobre todo mentes que conozcan el valor de la igualdad más allá de estratos sociales, religiones, géneros o pensamientos políticos; mentes que puedan trabajar en conjunto. Ésta sería una educación dónde se intensifiquen las similitudes y no lasdiferencias entre las personas que nos rodean.
No estoy tratando de desarrollar un nuevo sistema educativo, me hace falta tiempo y definitivamente personal, pero puedo empezar por ofrecer algo a los niños que tengo a mi alrededor, a aquellos que me ven a los ojos y me preguntan por qué aquel otro en la calle es diferente. Mi contribución sería decirle que en nuestras manos está el demostrar que no hay diferencias, que en nuestras manos está el crear un cambio para todos, tanto para el beneficio de ese otro como para el nuestro. Si así lo hacemos es mucho más probable que la mentalidad que hoy nos agobia se aligere en el futuro. Un niño que crezca rodeado de igualdad y compasión sería, probablemente, un adulto más propenso a cerrar esa brecha que nos separa desde hace tanto tiempo; un adulto que compartiría su tiempo y trabajo no por obligación o conveniencia, sino por convicción.
¡Qué gran diferencia es decirle a un niño que así es el mundo, que unos son ricos y otros pobres! ¡Qué gran diferencia que crezca pensando que no tienen nada que hacer, que ya todo está escrito y hecho! ¡Qué gran diferencia sería cambiarlo todo!



Últimas preguntas
En todos mis escritos le doy un gran énfasis al cambio, y lo hago porque pienso es fundamental entender que para que las piezas encuentren su lugar, deben estar en constante movimiento. El rompecabezas de la raza humana no es uno estático, es uno que está vivo y se mueve constantemente. ¿Sabremos adaptarnos al rompecabezas que nos ha tocado en nuestro tiempo?, ¿podremos preparar a nuestros hijos para enfrentar aquel que ellos van construir?, porque algo les puedo asegurar, las piezas que a ellos les tocarán, serán completamente diferente a las nuestras.
¿Podremos en un futuro cerrar la brecha entre esas dos partes?, ¿podremos convertirnos en híbridos de derecha e izquierda? Sólo espero se hagan esta última pregunta: ¿Qué podemos perder y qué podemos ganar al intentarlo?

sábado, 8 de julio de 2017

Cuando la necesidad de un cambio toca a la puerta

No es fácil aceptar la necesidad de un cambio, y muchas veces es hasta doloroso ver el final de lo que nos ha llevado tanto tiempo construir. El momento, inevitablemente, llega; lo que no siempre sabemos es que ese cambio se da para darnos la posibilidad de empezar de cero.
Poseidon de Mark Rain
Sin importar qué tantas vueltas le demos a una situación, o qué tan enrevesada se vea, nada permanece igual; ese nudo, como muchos otros, se ven en la necesidad de debilitarse, para que así nos demos cuenta que éste, aunque grande, no era indestructible.

¿Se puede solidificar un nudo?
Las situaciones en las que muchos países están son preocupantes, las rencillas, los insultos, la violencia desbocada, son sólo una pequeña parte del día a día. No es fácil ver las soluciones, mantenerse optimistas, no sentirse manipulados; pero lo que es fundamental recordar, y que les recuerden a esos que se empeñan en permanecer, es que ellos no son más que una pequeña pieza en un engranaje que sigue dando vueltas, una pequeña parte de ese nudo que el tiempo y la paciencia desenredan.
De nada vale sentarse en un trono y verse infinito en forma humana, porque no lo somos, porque el trono decae como el resto de las cosas que tienen su ciclo en ese mundo; sin embargo, aunque nuestro cuerpo físico desaparezca, lo que queda es nuestra esencia, esa que alimenta al nuevo ciclo de vida que se levantará de entre unas cuantas cenizas, o, lamentablemente, quizás de entre muchas.

Un cambio de dirección
El cambio en la dirección del viento no es cuestión de perspectivas, es cuestión de necesidad; incluso como raza nos hemos visto a merced de la evolución, ya que aprendemos de nuestros tropiezos para darle paso a una nueva posibilidad. La vida humana y sus experiencias, se podría decir, se basan en el ensayo y error.
El querer perpetuar una situación no hace más que degenerarla, destruir lo que quizás en algún momento funcionó decente o perfectamente. Pero recordemos que el mundo no se mantiene estático, y lo que funcionó ayer no tiene por qué funcionar el día de hoy.
Estrecharle la mano al cambio no escuestión de debilidad, es cuestión de firmeza y visión; el poder, por el contrario, representa al miedo de no tener y desaparecer. Sin embargo, las ideas no desaparecen, estemos o no de acuerdo con ellas; pero incluso para éstas, la inhalación y exhalación, el comienzo y el final del ciclo, son necesarios para sobrevivir.

Para mañana…
No nos dé miedo abrazar el cambio, puede que duela al comienzo, pues tenemos que acostumbrarnos paulatinamente a la nueva sensación. La cuestión es qué hacer cuando el nudo inicial comience a desaparecer, ¿nos enredaremos nuevamente en la confusión y en el ánimo de poseer, u observaremos los cambios de nuestro respirar con paciencia para inhalar nuevos vientos? La necesidad del cambio siempre toca a nuestra puerta, en la de todos y cada uno; la cuestión es, ¿qué esperamos para abrirla?

sábado, 24 de junio de 2017

Un trato de reconciliación con la creatividad

Cuando comienzan a proliferar las limitaciones, lo primero que cercenamos, sin lugar a dudas, es a la creatividad que vive en todos y cada uno de nosotros. Muchas veces, las actividades que nos hacen más feliz, quedan desplazadas a un segundo plano, a un tercero, a un cuarto, o quizás ni siquiera figuren en nuestra lista.
Dragon, de Joel Robinson
Pero qué pasa si les digo que la creatividad es una herramienta fundamental para el ser humano; que con ella creamos posibilidades y soluciones, puentes hacia caminos escondidos y torres hacia terrenos elevados. La creatividad no es sólo cuestión de artistas, de colores, formas o letras; es una presencia que llega con nosotros cuando nacemos, pero que, gran parte del tiempo, olvidamos en el camino del crecimiento.
Lamentablemente, para muchas culturas, la presencia creativa es una distracción hacia una vida de normas, una vida estructurada que nos debería mantener en una línea recta. Lo que muchas veces no se entiende es que la creatividad no es sinónimo de caos, aunque sí un sinónimo de explosión de ideas. El crecimiento de la civilización está sujeto a la creatividad de sus individuos, y ésta no está apartada sólo para los que se consideran la élite de la misma. La creatividad no se define por estratos sociales.
Para todos aquellos que han convivido alguna vez con un niño, o para los que recuerdan su propia niñez, vale la pena preguntar, ¿en qué momento estos le ponen trabas a la imaginación, en qué momento algo se convierte en un imposible para un niño? La respuesta sería probablemente, cuando intercede un adulto.
Esta mente limitada que muchas veces nos aflige es el comienzo del encogimiento, el momento crítico en el que todo parece estar cerrado y sin salida. La deliberación o quizás la ensoñación, es la búsqueda de lo que innumerables veces se nos pierde. Y qué rápido apuramos a nuestros hijos a enfocarse en el mundo, a dejar de soñar despiertos para que vuelvan a la “realidad.”
Uno de los grandes problemas de nuestra educación es que le damos a nuestros niños un ultimátum en la vida, se vive para trabajar y para ganar dinero; pero se nos olvida que lo fundamental en la vida es vivir feliz y pensar en grande, porque mientras más grande sea la idea, más posibilidades tendremos de explotar nuestra creatividad y palpar finalmente su realización.
Con esta reflexión sólo les pido recordar el mejor momento de su niñez, cuando todavía todo era posible, reencuentren esa creatividad que muchas veces se esconde en los rincones y hagan un trato de reconciliación.
¿Cómo empezar? Hagan una lista de lo que les gustaría hacer en su vida y cómo lograrlo, no importa la edad que tengan, o las dificultades en las que se encuentren; poner por escrito esas ideas podría detonar posibilidades. Llevar un diario de apuntes en los que expresen sus ideas, sueños o incluso pequeños proyectos, es también una maravillosa idea para revivir poco a poco ese proceso creativo. Lo más importante de esto no es aferrarnos a un resultado, es, simplemente, disfrutar el camino y admirar la vista.

Dejemos entonces que nuestros niños hagan lo mismo, no les hablemos de obstáculos que creemos funcionaron para nosotros, porque nuestras vidas no tienen que ser las de ellos. La creatividad es inherente a todos, no le restemos importancia a aquello que podría cambiar al mundo.

viernes, 16 de junio de 2017

De mano en mano con la solidaridad

5 Generationsde Maree Turner
Para muchos de los que vivimos fuera de nuestros países, la falta de solidaridad, aunada con la soledad, pueden convertirse en nuestro peor enemigo. El cambio de idioma y cultura pueden disparar una reacción en cadena de quejas y arrepentimientos. Nos apoyamos entonces en la solidaridad de la persona ajena, en salir de nuestra zona de confort para encontrar el alivio necesario. Pero qué pasa cuando es en nuestros países que esta solidaridad se deteriora hasta el punto que es irreconocible, qué pasa cuando ésta se ve cubierta por el miedo a la inseguridad, por el miedo a lo desconocido, por la necesidad de llegar primero que el otro y de tener más que él.
Se dice que la solidaridad es el “apoyo incondicional a causas o intereses ajenos, especialmente en situaciones comprometidas o difíciles,” por ello, desde mi punto de vista, la falta de ésta es el comienzo del aislamiento y la soledad; y la soledad, se dice, es uno de los estados más peligrosos, la puerta a enfermedades como depresión; problemas físicos, mentales o emocionales; y, a la larga, la posible causante del colapso de una sociedad.
Hace poco escuché el caso de una mujer cuya demencia la llevó a salir de su casa y a perderse en su vecindario. El factor mortal que la llevó a su muerte, fueron los -20C que en ese momento azotaban a la región; sin embargo, lo que realmente acabó con ella, fue la falta de ayuda de sus vecinos, quienes escucharon los gritos de auxilio, los golpes a sus puertas, las alarmar de los carros encenderse con desesperación, pero nadie, nadie, fue capaz de asomarse y preguntar qué causaba tanto alboroto.
Situaciones parecidas se despiertan cada día al otro lado de nuestras ventanas, o incluso de nuestro lado, pero el miedo a enfrentarlas es muchas veces más fuertes que nosotros mismos. En esos momentos valdría la pena recordar que lo que hagamos por otros es lo que nos gustaría se hiciese por nosotros.
No esperemos sólo una situación desesperada para extender una mano, pues de mano en mano construimos un mejor mundo. En vez de activar una reacción en cadena de odios y depresiones, activemos una cadena que vaya de la mano con la solidaridad.
Bien suponemos que la familia y los amigos son piezas invaluables de nuestro día a día, y aunque no siempre queramos verlo, estos conforman el rompecabezas de nuestras vidas. Aunque estén lejos, el saber puedes contar con ellos y viceversa, crea un soporte de alivio, pero no hay nada más cruel que estar rodeado de personas que, metafóricamente hablando, están ciegas, sordas y mudas a las necesidades del otro. Sólo ten en cuenta que uno de estos ciegos, sordos y mudos puedes ser tú.
Entonces pregunto, qué tan dispuestos estamos a abrir nuestras ventanas y a preguntar ¿qué pasa?; qué tan dispuestos estamos a salir de nuestra zona de confort para ayudar a aquel que quizás piensa diferente a nosotros, pero que igual necesita ayuda; qué tan dispuestos estamos de quitar el pie que va a pisar o de retirar la mano que va a quitar para que ese otro sobreviva aunque sea un día más; qué tan dispuestos estamos a transformar a la soledad crónica y al egoísmo en una fuente de acercamiento hacia las personas que nos necesitan.

Recordemos que la solidaridad es la base para una sociedad fuerte, que llena poco a poco, y de mano en mano, los espacios vacíos de la soledad y el egoísmo con momentos de reconocimiento mutuo y de comunión. La pregunta es: ¿qué tan atentos estamos hoy a las manos del otro?

viernes, 19 de mayo de 2017

La fuerza de la palabra y el pensamiento. De las diferencias a las similitudes

Muchos lo sabemos, pero igualmente, muchos también lo ignoramos. La fuerza de nuestras palabras y pensamientos es tomada a la ligera, no sabemos que esto es lo que moldea al mundo. La primera forma en la que algo existe es a través del pensamiento, por ello, no es casualidad que muchas mitologías y religiones usen el verbo como comienzo de todo lo que conocemos.
Home, de  kelogsloops
Una pequeña acción tiene una reacción en cadena sin precedentes, algo que ni siquiera podemos imaginar. Una palabra de odio puede dar lugar a revoluciones de muertes y guerras, y una palabra de unión puede cambiar el camino de nuestros actos hacia un horizonte más liviano.

Diferencias y similitudes
Particularmente, en mi país, Venezuela, se están viviendo momentos de encrucijadas, momentos de insultos, momentos de muertes. Se están viviendo momentos en los que las diferencias son las que se están llevando la atención de la gente, y las similitudes están siendo ignoradas. Porque ellas no han desaparecido, nunca se han ido; las similitudes están a nuestro lado, listas para actuar; pero si la palabra no llega, esas similitudes no pueden hacer nada para ayudarnos.
Muchos no somos políticos, pero nos hemos encontrado inmersos en las discusiones y en los odios. Qué difícil es recordar que las políticas, los gobiernos, las reglas del juego, son sólo un intento para sentirnos más estables. Pero más allá de este juego, de estas reglas, estamos nosotros, tangibles, conviviendo unos con otros.
Las rabias que lanzamos desde un podio es lo que se va a convertir en el pan nuestro de cada día, sin importar quien empezó o porqué; el enfoque tiene que ser ahora  cómo terminarlo, cómo encontrar las palabras adecuadas, cómo trabajar con los pensamientos que realmente han de sacar a un país a flote a través de la fuerza y la constancia, de un deseo de vivir mejor en vez de un deseo de tener la razón y buscar las faltas del otro.
El mundo es un lugar hermoso, aunque rodeado de vestigios caóticos, y es este caos lo que se ha hecho tan denso que se ha transformado en un bloque gris que no nos deja ver correctamente a la persona que tenemos a nuestro lado. Si quitamos de la ecuación a las diferencias que la política o la religión dibujan, muchas familias y amigos podrían sentarse a la mesa a disfrutar de un día tranquilo, de una amistad y una felicidad más auténtica; pero cuando permitimos que en la ecuación se agreguen los ingredientes de "cómo las cosas se suponen tienen que ser," la imagen de estabilidad se tambalea y eventualmente, se cae.

Siempre hay un camino
La diferencia de pensamiento no es el enemigo, es en cambio la fuente perfecta para encontrar lo valioso del punto de vista de esa otra persona. Siempre lo he dicho, “qué aburrido sería el mundo si todos pensáramos igual,” pero qué maravilloso es poder hablar de estas diferencias dentro de nuestras propias semejanzas. Lo que nos hace falta a muchos es reencontrar estas maravillas, reencontrar el gozo de escuchar una opinión ajena a la nuestra y trabajar en conjunto por un punto medio. Recordemos que como piezas de un rompecabezas es fundamental vernos como un todo.
No estoy hablando de ignorar lo que pasa a nuestro alrededor, pero sí de intentar cambiar un poco nuestro enfoque. Si tenemos un problema, tratemos de no pensar a quién culpar, más bien trabajemos desde nuestro pensamiento en cómo saciar nuestras necesidades.
Si como comunidad nos reunimos, ya sea en grupos grandes o pequeños, procuremos ver las soluciones y no buscar culpables, ni tampoco promover una cacería de brujas para sentirnos vengados. Porque llegará el momento en el que tendremos que elegir si reconstruir o perseguir, y debo decir que la persecución nunca ha reconstruido un país, esto sólo lo hacen las manos de un pensamiento nuevo y ligero, un pensamiento basado en las similitudes y, por lo tanto, en las posibilidades.
Empecemos entonces por cuidar de nuestras palabras y de nuestros pensamientos, pues ellos son el comienzo de todo lo que vemos. Intentemos ver más allá de las diferencias y encontrar todas esas similitudes que nos hacen seres humanos.
Todavía podemos hacer de nuestro entorno un lugar hermoso. ¡Ánimo!