viernes, 9 de diciembre de 2016

Cómo levantar un puente entre los abismos. La comunicación difusa.

Como seres humanos somos seres sociales, llamados a comunicarnos entre sí y a mirarnos a los ojos. Muchas veces nos veo sentados en un gran terreno y frente a nosotros está ese otro, ¿dejaremos que el terreno se seque y quede baldío, o procuraremos sembrar y levantar frutos entre ambos? La decisión es nuestra, ¡pero tanto está en juego!
Foggy Bridge, foto de Evgen Andruschenko
Cuando comenzamos en esta vida, damos nuestros primeros pasos dependiendo de nuestros padres, nos aferramos a ellos cuando en algún momento se nos dice que nos caeríamos si no es así; de esta forma se afianza la creencia de que el miedo es nuestro mejor amigo y los otros están allí para evitar una soledad trágica. Hace poco escuché una frase que decía, la soledad no es lo mismo que estar solo, igualmente creo que estar acompañado no es equivalente a una relación conjunta y exitosa. La comunicación es la clave fundamental para nuestro éxito como sociedad, y no porque crea que la soledad sea innecesaria, todo lo contrario, si no por el hecho de que a estas alturas de nuestra civilización, todavía no hemos aprendido a expresar nuestros pensamientos sin encasillarnos en nosotros mismos. La comunicación es un acto de dos o más, y como tal, debemos considerar los puntos de vistas de todos al momento de emitir una idea. Sin embargo, hoy día se ha convertido en una actividad difusa.
Si nos encontramos en la mitad de una discusión de pareja, muchas veces nos daremos cuenta que entre estos se empieza a crear un abismo sin puente, hasta tal punto que no se puede vislumbrar el otro lado. El problema es que nos individualizamos en nuestra propio dificultad sin ver la del otro, YO SIENTO, YO CREO, YO QUIERO; y muy pocas veces preguntamos al otro, ¿y tú que sientes?, ¿qué pensaste cuando yo dije esto? Desafortunadamente, en nuestra sociedad actual, todo se reduce al YO.
¿Cuántas veces ambas partes no se han dado cuenta que en una discusión están hablando exactamente de lo mismo?, o ¿cuántas veces no se han dado cuenta de que están discutiendo sobre dos cosas completamente diferentes y que no están relacionadas en ninguna forma más que por los gritos que retumban en el cuarto? Esto es tan común como el alimento diario, y en estas situaciones nos vemos atrapados constantemente por miedo a dar el brazo a torcer y ser el primero en escuchar al otro; pero ¿POR QUÉ TENGO YO QUE SER EL PRIMERO?, dirán muchos; yo pregunto, ¿por qué no? La lucha de poder es algo que sólo vive en nuestras cabezas, todos tenemos la misma capacidad de fuerza de aplastar o levantar, pero por qué aplastar cuando al levantar nos elevamos a nosotros mismos, por qué caminar sobre la gente cuando esta vida se basa sólo en un pequeño parpadeo. ¿Acaso no es mejor caminar de la mano sin gritos ni malos entendidos, que tratar de pisotear a todo el mundo?
Esta es una cara de la moneda, la otra es el miedo a la confrontación, el miedo a algo que no sabemos si vayamos a desatar, cuando es probable que no pase nunca. Así que nos tragamos las rabias, los puntos de vista, insultos si los hay, cariños si vienen más atrás. Nos tragamos todo sin devolver nada; y no es que estemos obligados a dar, pero debemos considerar que la vida no es un monólogo, y que, aunque la soledad te ayude a encontrarte a ti mismo o ti misma, lo ponemos en práctica mejor cuando estamos con otros o para el beneficio de estos.
Foto tomada de http://ciorsdan.tumblr.com/
La comunicación es un pilar fundamental de nuestras vidas, si no sabemos cómo funciona, ni siquiera el amor podrá traspasar las barreras. El amor es una forma de comunicación poderosa, pero igual lo es la guerra. ¿Cuál de las dos te habla al oído, el aplastar, o el caminar lado a lado?, y esto, debo decir, es aplicable a las situaciones más atroces del mundo, como a los conflictos domésticos que enfrentamos todos los días. ¿Eliges gritar o rozar, sonreír o hundir con la mirada? Recordemos que todo en esta vida es contagioso, incluso el saber decir una palabra, y esta palabra puede ser el fruto que necesitas para levantar una cosecha y construir un puente entre los abismos.
Una de las cosas que más recuerdo de mi niñez, es a mi madre diciéndome: No le hagas a los demás lo que no te gusta que te hagan a ti, yo la cambié a actúa con los demás como a ti te gustaría actuasen contigo. Esta frase y afirmación ha causado un gran impacto en mí, por lo que la pongo en práctica en cada circunstancia. El ejercicio que sigo es el siguiente: Cada vez que me encuentro en el comienzo de una discusión, necesitando apoyo, u observando que alguien más la necesita, presto atención a mis pensamientos y deseos; no me gusta que me hablen con gritos, me hace sentir mal y sin valor; me gustaría que la otra persona entendiese mis sentimientos y por qué estoy enojada o triste; me gustaría que esa persona se pusiese en mis zapatos y entendiese mi silencio, o que tratara de hablar conmigo para hacerme sentir mejor; me gustaría que respetaran mis pensamientos y mi forma de actuar. Éstas son sólo algunos, pero todos y cada uno de estos pensamientos han pasado por nuestras cabezas de alguna u otra forma. ¿Acaso se han levantado en sentido contrario?, ¿acaso te has preguntado lo que la otra persona necesita? Si no es así, te invito a intentarlo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario