5 Generations, de Maree Turner |
Se dice que la
solidaridad es el “apoyo incondicional
a causas o intereses ajenos, especialmente en situaciones comprometidas o
difíciles,” por ello, desde mi punto de vista, la falta de ésta es el comienzo
del aislamiento y la soledad; y la soledad, se dice, es uno de los estados más
peligrosos, la puerta a enfermedades como depresión; problemas físicos, mentales
o emocionales; y, a la larga, la posible causante del colapso de una sociedad.
Hace poco
escuché el caso de una mujer cuya demencia la llevó a salir de su casa y a perderse
en su vecindario. El factor mortal que la llevó a su muerte, fueron los -20⁰C que en ese momento azotaban a la
región; sin embargo, lo que realmente acabó con ella, fue la falta de ayuda de
sus vecinos, quienes escucharon los gritos de auxilio, los golpes a sus
puertas, las alarmar de los carros encenderse con desesperación, pero nadie,
nadie, fue capaz de asomarse y preguntar qué causaba tanto alboroto.
Situaciones
parecidas se despiertan cada día al otro lado de nuestras ventanas, o incluso
de nuestro lado, pero el miedo a enfrentarlas es muchas veces más fuertes que
nosotros mismos. En esos momentos valdría la pena recordar que lo que hagamos
por otros es lo que nos gustaría se hiciese por nosotros.
No esperemos sólo
una situación desesperada para extender una mano, pues de mano en mano construimos un mejor mundo. En vez de activar
una reacción en cadena de odios y depresiones, activemos una cadena que vaya de la mano con la solidaridad.
Bien suponemos
que la familia y los amigos son piezas invaluables de nuestro día a día, y aunque
no siempre queramos verlo, estos conforman el rompecabezas de nuestras vidas.
Aunque estén lejos, el saber puedes contar con ellos y viceversa, crea un
soporte de alivio, pero no hay nada más cruel que estar rodeado de personas
que, metafóricamente hablando, están ciegas, sordas y mudas a las necesidades
del otro. Sólo ten en cuenta que uno de estos ciegos, sordos y mudos puedes ser
tú.
Entonces
pregunto, qué tan dispuestos estamos a abrir nuestras ventanas y a preguntar ¿qué
pasa?; qué tan dispuestos estamos a salir de nuestra zona de confort para
ayudar a aquel que quizás piensa diferente a nosotros, pero que igual necesita
ayuda; qué tan dispuestos estamos de quitar el
pie que va a pisar o de retirar la
mano que va a quitar para que ese otro sobreviva aunque sea un día más; qué
tan dispuestos estamos a transformar a la soledad crónica y al egoísmo en una
fuente de acercamiento hacia las personas que nos necesitan.
Recordemos que la
solidaridad es la base para una sociedad
fuerte, que llena poco a poco, y de mano en mano, los espacios vacíos de la
soledad y el egoísmo con momentos de reconocimiento mutuo y de comunión. La
pregunta es: ¿qué tan atentos estamos hoy a las manos del otro?
Excelente articulo, saludos
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