sábado, 22 de julio de 2017

¿Híbridos de derecha e izquierda?

¿Quién dice de derecha? ¿Quién dice de izquierda? Cómo esperamos ser una sociedad equilibrada si desde la cuna nos enseñan lo que es nuestro y lo que es de los demás, lo que somos y lo que no. ¿Se podría ser entonces un híbrido?
Durante mi adolescencia y mis años de colegio, pensé firmemente era de izquierda, pensaba que porque mis ideales estaban dirigidos para ayudar al más necesitado y al que imploraba por apoyo, tenía que serlo, ¿verdad? Sin embargo, durante mis años de universidad, el discurso político en mi país me llevó a pensar que era de derecha, que por que no estaba de acuerdo con dicho discurso y el énfasis en la separación que incitaba era yo, definitivamente, de derecha. Tenía que serlo, ¿verdad?


La delgada línea entre conceptos
El día de hoy, leyendo uno de tantos mensajes que cruzan por las redes sociales, un pensamiento cruzó por mi mente como un rayo en una noche oscura, una ráfaga iluminando ideas que hasta entonces no había visto. ¿Por qué tenemos que elegir?, ¿por qué si estoy de acuerdo con ciertos pensamientos políticos tengo que ser de un bando? ¿Quién puso como condición que así debe ser? La respuesta es, como siempre: nosotros escribimos las reglas. Estas reglas no están allí por la existencia misma, no por la energía o lo que creemos mueve el universo, por lo tanto, nosotros mismos podemos cambiarlas.
Siempre he estado y siempre estaré de acuerdo con los proyectos sociales, pero con proyectos que beneficien a toda la sociedad, no a una sola parte, sin importar sean ricos o pobres. Siempre estaré de acuerdo con la igualdad de pensamiento, con la construcción de una mejor infraestructura y sistema financiero, pero con sistemas que en verdad funcionen. Pero jamás estaré de acuerdo con el exceso de poder ni con el ánimo de acallar para poder dominar, no importa que tan buena se crea es la causa que se persigue.
¿Qué soy entonces?, ¿un híbrido?, si es así, ¿cuál es el problema?



Sembrando posibilidades
Esa epifanía de la que hablaba antes no es sólo el hecho de pensar que se puede ser de ambas partes, la epifanía consiste en cómo conseguirlo. Siempre me lo pregunté, ¿cómo lograr ser de ambas partes?, ¿cómo lograr que la sociedad no se mate intentando averiguar de qué lado están? Porque unos piensan que si se les da todo a los otros, estos últimos van a aprovecharse y a no hacer nada, y otros piensan que lo merecen todo sin mover un solo dedo. Suele ser bastante difícil tener dos pensamientos tan diferentes en la sociedad, pero lo es mucho más tener ese dilema en una misma cabeza. Pero creo que la respuesta yace en una sola solución: La educación.
Supongamos que como sociedad nos cansamos de tantas luchas y diferencias de clases, pero igual nos cuesta decidirnos. ¿Lo más correcto no sería comenzar por moldear la educación de nuestros hijos? Y OJO, no me refiero a un lavado de cerebro, todo lo contrario, me refiero a desarrollar mentes libres, que puedan pensar por sí mismas, pero por sobre todo mentes que conozcan el valor de la igualdad más allá de estratos sociales, religiones, géneros o pensamientos políticos; mentes que puedan trabajar en conjunto. Ésta sería una educación dónde se intensifiquen las similitudes y no lasdiferencias entre las personas que nos rodean.
No estoy tratando de desarrollar un nuevo sistema educativo, me hace falta tiempo y definitivamente personal, pero puedo empezar por ofrecer algo a los niños que tengo a mi alrededor, a aquellos que me ven a los ojos y me preguntan por qué aquel otro en la calle es diferente. Mi contribución sería decirle que en nuestras manos está el demostrar que no hay diferencias, que en nuestras manos está el crear un cambio para todos, tanto para el beneficio de ese otro como para el nuestro. Si así lo hacemos es mucho más probable que la mentalidad que hoy nos agobia se aligere en el futuro. Un niño que crezca rodeado de igualdad y compasión sería, probablemente, un adulto más propenso a cerrar esa brecha que nos separa desde hace tanto tiempo; un adulto que compartiría su tiempo y trabajo no por obligación o conveniencia, sino por convicción.
¡Qué gran diferencia es decirle a un niño que así es el mundo, que unos son ricos y otros pobres! ¡Qué gran diferencia que crezca pensando que no tienen nada que hacer, que ya todo está escrito y hecho! ¡Qué gran diferencia sería cambiarlo todo!



Últimas preguntas
En todos mis escritos le doy un gran énfasis al cambio, y lo hago porque pienso es fundamental entender que para que las piezas encuentren su lugar, deben estar en constante movimiento. El rompecabezas de la raza humana no es uno estático, es uno que está vivo y se mueve constantemente. ¿Sabremos adaptarnos al rompecabezas que nos ha tocado en nuestro tiempo?, ¿podremos preparar a nuestros hijos para enfrentar aquel que ellos van construir?, porque algo les puedo asegurar, las piezas que a ellos les tocarán, serán completamente diferente a las nuestras.
¿Podremos en un futuro cerrar la brecha entre esas dos partes?, ¿podremos convertirnos en híbridos de derecha e izquierda? Sólo espero se hagan esta última pregunta: ¿Qué podemos perder y qué podemos ganar al intentarlo?

sábado, 8 de julio de 2017

Cuando la necesidad de un cambio toca a la puerta

No es fácil aceptar la necesidad de un cambio, y muchas veces es hasta doloroso ver el final de lo que nos ha llevado tanto tiempo construir. El momento, inevitablemente, llega; lo que no siempre sabemos es que ese cambio se da para darnos la posibilidad de empezar de cero.
Poseidon de Mark Rain
Sin importar qué tantas vueltas le demos a una situación, o qué tan enrevesada se vea, nada permanece igual; ese nudo, como muchos otros, se ven en la necesidad de debilitarse, para que así nos demos cuenta que éste, aunque grande, no era indestructible.

¿Se puede solidificar un nudo?
Las situaciones en las que muchos países están son preocupantes, las rencillas, los insultos, la violencia desbocada, son sólo una pequeña parte del día a día. No es fácil ver las soluciones, mantenerse optimistas, no sentirse manipulados; pero lo que es fundamental recordar, y que les recuerden a esos que se empeñan en permanecer, es que ellos no son más que una pequeña pieza en un engranaje que sigue dando vueltas, una pequeña parte de ese nudo que el tiempo y la paciencia desenredan.
De nada vale sentarse en un trono y verse infinito en forma humana, porque no lo somos, porque el trono decae como el resto de las cosas que tienen su ciclo en ese mundo; sin embargo, aunque nuestro cuerpo físico desaparezca, lo que queda es nuestra esencia, esa que alimenta al nuevo ciclo de vida que se levantará de entre unas cuantas cenizas, o, lamentablemente, quizás de entre muchas.

Un cambio de dirección
El cambio en la dirección del viento no es cuestión de perspectivas, es cuestión de necesidad; incluso como raza nos hemos visto a merced de la evolución, ya que aprendemos de nuestros tropiezos para darle paso a una nueva posibilidad. La vida humana y sus experiencias, se podría decir, se basan en el ensayo y error.
El querer perpetuar una situación no hace más que degenerarla, destruir lo que quizás en algún momento funcionó decente o perfectamente. Pero recordemos que el mundo no se mantiene estático, y lo que funcionó ayer no tiene por qué funcionar el día de hoy.
Estrecharle la mano al cambio no escuestión de debilidad, es cuestión de firmeza y visión; el poder, por el contrario, representa al miedo de no tener y desaparecer. Sin embargo, las ideas no desaparecen, estemos o no de acuerdo con ellas; pero incluso para éstas, la inhalación y exhalación, el comienzo y el final del ciclo, son necesarios para sobrevivir.

Para mañana…
No nos dé miedo abrazar el cambio, puede que duela al comienzo, pues tenemos que acostumbrarnos paulatinamente a la nueva sensación. La cuestión es qué hacer cuando el nudo inicial comience a desaparecer, ¿nos enredaremos nuevamente en la confusión y en el ánimo de poseer, u observaremos los cambios de nuestro respirar con paciencia para inhalar nuevos vientos? La necesidad del cambio siempre toca a nuestra puerta, en la de todos y cada uno; la cuestión es, ¿qué esperamos para abrirla?