El ser auténtico en el día a día lo vemos como un trabajo monumental; pero
si fuésemos auténticos, ni siquiera estaríamos en faena laboral, sino en una
faena de libertad.
Sólo sé tú mismo, son
palabras que escuchamos comúnmente de la gente cuándo nos quieren dar ánimo. No
es un secreto que muchas veces nos encontramos perdidos en un mar de
exigencias, que muchas veces nos cuesta reconocernos en el espejo, o hasta
mirarnos sin sufrir una decepción. No es fácil ser uno mismo, nos decimos esos
días. No es nada fácil ser auténtico.
La autenticidad en etapas
Los momentos de más libertad son dos etapas de nuestras vidas, la primera
es cuando somos niños y nos sabemos invencibles, cuando no existen barreras
entre lo que se puede y lo que no, eso durará sólo una pequeña parte de nuestra
niñez, hasta que empezamos a estar conscientes de las limitaciones impuestas y
las reglas que nos diferencian.
La segunda etapa es en la vejez, cuando miramos al pasado para ver que ya
no tenemos nada que perder, cuando el futuro se ha convertido en un momento
simple que intentamos atrapar en el aire y aprovechar al máximo. Las barreras
que levantamos durante nuestra adolescencia y madurez las comenzamos a tumbar a
empujones porque simplemente ya no nos gustan y realmente no nos importa lo que
otros digan.
Cuando, en el transcurso de nuestras vidas, de pronto perdemos esa percepción de uno mismo el mundo en vez de
alargarse se empequeñece, a veces nos creemos superiores o inferiores; si somos
superiores no buscamos la aprobación de nadie, pues somos los mejores en
nuestro mundo individualizado; y si somos inferiores buscamos más bien la
aprobación de alguien para inclusive poder respirar. Se nos hace sumamente
difícil encontrar un punto medio.
El punto medio
Recientemente escuché en un Ted Talk titulado El arte de ser uno mismo de Caroline McHugh, comentar sobre estos
dos aspectos, y ella explicaba que había explorado un punto medio que había
llamado interioridad, en el que, como seres humanos, nos introduciríamos en lo
realmente importante de nuestras vidas.
En la interioridad no hay competencia, no necesitamos a otras personas para
construir una imagen de la autenticidad que luchamos por encontrar diariamente;
y es que este cuerpo físico que llamamos vida es sólo un paso entre las
diferentes comunicaciones, ya sea con nosotros mismos o con los demás. La
cuestión es dejar de pensar tanto en uno mismo y pensar más bien en el mensaje
que queremos transmitir.
Muchos dirán entonces qué ha sido de mi vida como ama de casa, o en un
trabajo que me arrastra todos los días a un pozo sin fondo. Lo que nos define
no es lo que queremos que los otros vean, es simplemente lo que es, lo que
sentimos sin maquillajes y desde el fondo de nuestro corazón, no de nuestros miedos. Dale un mensaje al mundo con lo que realmente eres, pero no lo fuerces,
el mensaje vendrá cuando te aceptes en tu propia autenticidad.
¿Pasos a seguir?
De seguro ahora te estás preguntando los pasos a seguir, las técnicas que
debes aplicar para sentirte un ser único. La verdad es que no hay muchos pasos
que te pueda dar, más el asegurarte que no hay dos como tú, que tus
experiencias son únicas, que ves el mundo diferente a como yo lo veo y que de seguro
resolverías un problemas de una manera diferente. Una vez que abraces esas
posibilidades te abrazarás ti mismo; te darás cuenta que el mundo no te
está viendo a ti, que eres tú, con tu autenticidad el que tienes algo que
ofrecer.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario