viernes, 20 de enero de 2017

La gratitud es fuego y agua

La gratitud es una de las manifestaciones más grandes, es una de las herramientas que nos brinda el ánimo necesario para seguir adelante en un camino que muchas veces se presenta desconocido. Mientras vivimos nuestras vidas en un ajetreo eterno entre el ir y venir, la gratitud puede ayudarnos a mantener el contacto directo con ese mundo que muchos ven lejano, el mundo del optimismo.
Volo, cuadro de Stephanie Dalton Cowan
Para dar un paso hacia el optimismo hay varias técnicas: meditación, oración, desarrollar la compasión y descubrir el amor incondicional; sin embargo, para todo esto se darán cuenta que el primer paso es amarse a uno mismo. Es importante aclarar que el amarse a uno mismo no es material de narcisistas, que no es otra cosa que una persona centrada en sí misma y que se piensa mejor que todos sin mirar a los demás; el amor internalizado es aprender a valorar nuestras virtudes y a educarse en nuestros propios defectos, entenderlos y agradecerlos. En una de mis reflexiones anteriores, La revolución está en tus manos, hablaba de la importancia de construir nuestras vidas desde dentro, de revolucionar nuestro mundo interno para lograr el cambio; el amarse incondicionalmente es el punto de partida de ese cambio, y el agradecimiento la chispa que iniciaría los primeros fuegos.
Aunque sea fácil de decir, para muchos no es fácil actuar, ya sea por baja autoestima o por específicas circunstancias que los rodeen. La baja autoestima es uno de los obstáculos más comunes, que muchas veces se desarrolla a través de traumas o abusos, y hasta que no los enfrentemos son bastante difíciles de erradicar. El stress es otro de los factores que frena en seco al optimismo, ese miedo que nos dice que todo lo malo puede suceder y que no hay salida para algo mejor; el punto es que la salida está, pero vamos tan segados en la vida por el temor a enfrentarla, que la resolución parece imposible de lograr. Si recordamos que el cambio es una ley irrefutable de la naturaleza y que nada en este universo permanece estático, quizás comprenderíamos que al optimismo podríamos convertirlo en una de esas leyes irrefutables.
En los últimos años, una de las técnicas que me ha ayudado para desarrollar la gratitud y el optimismo son las afirmaciones. Muchos piensan que las afirmaciones son cuentos de vieja, que decirnos frente al espejo lo valiosos que somos es cosa de esoterismos y conjuros, pero la realidad es diferente; la realidad es que por cada afirmación que nos decimos, elevamos nuestra gratitud y comenzamos a ver el mundo desde otra perspectiva, es una especie de reprogramación, en el que nuestro cerebro se comienza a acostumbrar que lo que nos decimos cada día es la verdad y nada más que la verdad. Y lo es. El cuerpo humano se caracteriza, como todo elemento vivo, por la rutina; él está entrenado para moverse, para responder a ciertos movimientos, para descubrir patrones en el día a día que le ayude a hacer todo de forma más eficiente, y, aunque sea difícil de creer, las afirmaciones entran sin dificultad en la misma categoría. Si en un año decidimos no levantarnos de la cama, al final del mismo descubriríamos que nuestras piernas se han entumecido hasta tal punto que han olvidado cómo dar un paso después de otro; lo único que nos quedaría sería practicar como un niño que está aprendiendo, y recordarle a nuestras piernas cómo se siente el saber caminar. Si cada mañana te repites las afirmaciones que más resuenen contigo, el efecto sería el mismo; no obstante, debo decir que hay un truco; si en tu cabeza existe la duda, el pensamiento de que estás perdiendo el tiempo, inevitablemente, lo perderás, pues en ese momento te habrás convertido tú mismo en tu más grande obstáculo. Siguiendo el ejemplo anterior, fácilmente creerás que tus piernas pueden caminar, pues ya lo has hecho y lo vez con tus propios ojos cada día; a diferencia de esto, creer en las afirmaciones amerita un salto de fe, pues los resultados no son tan tangibles como tus piernas, son acciones generales que cambiarían para mejor el rumbo absoluto de tu vida. Date un chance, permítete visualizar los resultados.
Lo que te recomiendo es que empieces con una frase simple que te haga sentir bien y energizado. Deja que tu corazón la deguste y que tu mente la acepte sin remordimientos y sin juicios. Repítela cada vez que quieras y por tantos días como te sea posible, no hay reglas para esto; puedes hacerlo en voz alta o decirlo internamente, puedes estar solo o acompañado, trabajando, cocinando o descansando. El hecho de decirlo y sentirlo, traerá a tu vida un bienestar inolvidable.
A continuación te dejo con unas afirmaciones, algunas son escritas por mí, otras por la escritora Louise Hay.
  • Acepto los cambios, pues ellos traen amor y comprensión.
  • El temor se desvanece y sólo queda la confianza en mí mismo.
  • Mis limitaciones son mis maestros. Las acepto y las respeto.
  • Gracias por ser quien soy.
  • Soy el creador de mi propio mundo y mi propia realidad.
  • Los cambios son necesarios, al igual que el optimismo.
  • La gratitud y el amor son los comienzos de mi propio éxito.
  • El universo me proporciona lo que necesito para mi felicidad.
  • La armonía y el equilibrio están dentro de mí.
  • Merezco amor y lo recibo con los brazos abiertos.
  • Doy lo mejor de mí en cada acción y decisión que tomo.
  • Mi corazón está abierto a través del amor (por Louise Hay).
  • Todo está bien. Todo pertenece a un cambio positivo (por Louise Hay).
  • Cada experiencia me enseña a crecer (por Louise Hay).
  • Todo lo que necesito saber me es revelado. Mi intuición es mi aliada (por Louise Hay).
  • Hoy es el futuro que creé el día de ayer (por Louise Hay).
  • Soy un canal abierto para la creatividad y el amor (por Louise Hay).
  • Hoy me perdono y me libero (por Louise Hay).

Espero que estas afirmaciones sean de tu agrado, aunque puedes, definitivamente, personalizarlas de acuerdo a lo que tu corazón desee.
La gratitud es un elemento de fuego y agua, pues te quema las entrañas y a la vez te sana las heridas, ya que en ellas comienzas a ver tu propio propósito. Deja que las afirmaciones comiencen a labrar el camino hacia el amor propio, y que de allí el optimismo de rienda suelta al agradecimiento de nuestra vida en el aquí y el ahora. No te de miedo mirarte a los ojos y agradecer que eres quien eres.

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